Ayer llegamos a Humahuaca (2900 msnm), uno de los pueblos de la provincia de Jujuy- que por cierto es la más pequeña y pobre de la Argentina. Fueron veinte horas desde Buenos Aires en uno de esos coche-cama que tanto vamos a extrañar de ahora en adelante (o al menos hasta que lleguemos a Quito, destino final de esta aventura sudamericana).
Llegamos a Jujuy y todo cambió: el paisaje, el clima, la dinámica en la estación de autobuses, el trato, las personas. Si a los jujeños no los delatara la particular forma argentina de pronunciar la "ll" y la "y", creeríamos haber cruzado la frontera hacia Bolivia, Perú o Ecuador. Si los restaurantes no anunciaran parrilla y empanadas junto con la cazuela de llama, las humitas y los tamales...
Las calles de Humahuaca están todas empedradas, son estrechas y relativamente limpias. La mayoría de las casas son de una planta y guardan el mismo estilo en su exterior: paredes de color rosa, naranja o terracota pálidos, tejados de barro, puertas dobles de madera y ventanas cuadradas. Las montañas que rodean al pueblo son rojizas. La vegetación se limita a uno que otro sauce polvoriento, álamos y cactus enormes. Imaginen el contraste entre el saturado azul del cielo y esta Humahuaca desteñida (como para una acuarela):
Llegamos a Jujuy y todo cambió: el paisaje, el clima, la dinámica en la estación de autobuses, el trato, las personas. Si a los jujeños no los delatara la particular forma argentina de pronunciar la "ll" y la "y", creeríamos haber cruzado la frontera hacia Bolivia, Perú o Ecuador. Si los restaurantes no anunciaran parrilla y empanadas junto con la cazuela de llama, las humitas y los tamales...
Las calles de Humahuaca están todas empedradas, son estrechas y relativamente limpias. La mayoría de las casas son de una planta y guardan el mismo estilo en su exterior: paredes de color rosa, naranja o terracota pálidos, tejados de barro, puertas dobles de madera y ventanas cuadradas. Las montañas que rodean al pueblo son rojizas. La vegetación se limita a uno que otro sauce polvoriento, álamos y cactus enormes. Imaginen el contraste entre el saturado azul del cielo y esta Humahuaca desteñida (como para una acuarela):
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