Llegamos a la humilde vivienda a las once de la mañana. Doña Ramona nos recibió amable; enseguida nos contó que sentía una molestia en su ojo izquierdo producto de una operación que médicos cubanos ofrecían de manera gratuita en Villazón, Bolivia. Nos invitó a pasar y juntos nos dirigimos hacia la parte posterior de la casa. Luego de atravesar el patio llegamos a un cuarto de 2x3 donde doña Ramona y Carmen, su hija, habían levantado la mesa para las almitas de la familia. La mesa que levantan los humahuaqueños equivaldría a los altares mexicanos del día de muertos sin las fotos de los difuntos y las calaveras de azúcar. Gran variedad de golosinas, tallos de cebolla, sardinas y duraznos en conserva, frutas, gaseosas, vino tinto y diez kilos de "guagas", palomas y escaleras de pan estaban cuidadosamente dispuestos sobre la mesa.
Mientras observámos con curiosidad, las mujeres trajeron sillas, cigarrillos, sprite y hojas de coca. Ahora debíamos fumar, beber y coquear con las almas.
Mientras Juan Carlos, Jorge y yo prendíamos cigarrillos y los dejábamos "parados" al pie de las velas, Doña Ramona nos contaba el por qué de la celebración de día de muertos y algunas creencias de la zona. Por ejemplo, cada año la familia debe preparar chicha -ya sea de maíz o maní. Que la chicha se arruine durante estos días es presagio de una tragedia; años atrás murió el abuelo de Doña Ramona cuando la bebida se hizo gelatina y, sin explicación, se compuso cuando lo velaron. La masa de pan se hornea en forma de escaleras para que las almas las usen para subir al cielo. La familia honra a un nuevo difunto bautizando a una guagua de pan; para ello nombran padrinos, consiguen agua bendita y festejan como lo harían con un niño de carne y hueso.
Doña Ramona y Carmen continuaban el relato. Jorge y yo no sabíamos qué hacer con las hojas de coca. Finalmente Juan Carlos preguntó: "¿Han coqueado antes?".
Ofrecimos a las almitas gran parte de las hojas quemando sus bordes y depositándolas en una caja de cartón bajo la mesa. Mantuvimos el resto en la boca, "a un costado hechas una bolita" sin masticarlas ni tragarlas.
Nos despedimos después de hacer unas tomas del altar y una entrevista muy informal con las mujeres. Luego nos dirigimos al cementerio.
Mientras observámos con curiosidad, las mujeres trajeron sillas, cigarrillos, sprite y hojas de coca. Ahora debíamos fumar, beber y coquear con las almas.
Mientras Juan Carlos, Jorge y yo prendíamos cigarrillos y los dejábamos "parados" al pie de las velas, Doña Ramona nos contaba el por qué de la celebración de día de muertos y algunas creencias de la zona. Por ejemplo, cada año la familia debe preparar chicha -ya sea de maíz o maní. Que la chicha se arruine durante estos días es presagio de una tragedia; años atrás murió el abuelo de Doña Ramona cuando la bebida se hizo gelatina y, sin explicación, se compuso cuando lo velaron. La masa de pan se hornea en forma de escaleras para que las almas las usen para subir al cielo. La familia honra a un nuevo difunto bautizando a una guagua de pan; para ello nombran padrinos, consiguen agua bendita y festejan como lo harían con un niño de carne y hueso.
Doña Ramona y Carmen continuaban el relato. Jorge y yo no sabíamos qué hacer con las hojas de coca. Finalmente Juan Carlos preguntó: "¿Han coqueado antes?".
Ofrecimos a las almitas gran parte de las hojas quemando sus bordes y depositándolas en una caja de cartón bajo la mesa. Mantuvimos el resto en la boca, "a un costado hechas una bolita" sin masticarlas ni tragarlas.
Nos despedimos después de hacer unas tomas del altar y una entrevista muy informal con las mujeres. Luego nos dirigimos al cementerio.
1 comentario:
Bienvenida a Bolivia, espero que tu estadia sea lo mas placentera.
visita http://www.laconstituyente.org
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