Este no es el Buenos Aires que veo desde mi apartamento en Recoleta:
Las calles
Las calles de Buenos Aires
ya son mi entraña.
No las ávidas calles,
incómodas de turba y de ajetreo,
sino las calles desganadas del barrio,
casi invisibles de habituales,
enternecidas de penumbra y de ocaso
y aquellas más afuera
ajenas de árboles piadosos
donde austeras casitas apenas aventuran,
abrumadas por inmortales distancias,
a perderse en la honda vision
de cielo y de llanura.
Son para el solitario una promesa
porque millares de almas singulares las pueblan,
únicas ante Dios y ante el tiempo
y sin duda preciosas.
Hacia el Oeste, el Norte y el Sur
se han desplegado -y son también la patria-
las calles;
ojalá en los versos que trazo
estén esas banderas.
(Fervor de Buenos Aires, 1923)
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