El transfer de Copacabana a Puno dura aproximadamente tres horas. El trámite de salida de Bolivia es bastante sencillo si conservaste la "tarjeta verde", de lo contrario, los agentes de migración pierden su tiempo (y hacen perder el tiempo al resto de pasajeros) con sus interminables dónde, cuándo y por qué.
Una vez que te sellan el pasaporte, caminas trescientos metros y llegas a migración peruana donde los agentes bromean con los turistas comentándoles la locura que resulta viajar por el Perú. Afuera de estas oficinas los comerciantes promocionan licor, caramelos, chicles y demás productos de coca o cambian bolivianos por soles.
Puno es mucho más grande que Copacabana (120.000 habitantes) y, por consiguiente, más caótica. Nos alojamos en el Hotel Embajador.
En la terminal de autobuses conocimos a Fidel, un guía de turismo muy amable a quien le confiamos la elaboración de un tour a Cuzco. También nos arregló el paseo a las Islas Flotantes de los Uros y a la Isla Taquile, todas en el Lago Titicaca. Hasta ahora no nos podemos quejar; Fidel ha sido muy eficiente (luego les paso sus datos si alguien desea viajar por estos lugares de Sudamérica).
Esta mañana partimos rumbo a las Islas Flotantes en un bote junto con veinte turistas más (sobre todo franceses e ingleses). El trayecto desde Puno duró 30 minutos. En la primera isla que visitamos, Santa María, viven seis familias aymaras. Juan, supongo el líder de la isla, nos explicó cómo las construyen: primero buscan unos bloques inmensos de tierra con raíces (20m2) de un par de metros de profundidad, luego los juntan y los amarran entre sí gracias a estacas que clavan en los extemos de cada bloque. Finalmente, cubren la nueva isla con una capa de totora seca.
Una isla recién construida tiene tres metros de espesor, el mismo que aumenta cada año hasta que toca fondo y se hunde (este proceso toma 40 años). Constantemente se añade capas de totora seca para evitar que el piso esté húmedo y controlar así la proliferación de enfermedades como la neumonía, el reumatismo y la artritis. Para evitar que las islas se movilicen, hay que anclarlas.
Luego de escuchar esta explicación en Santa María cruzamos a otra isla en una balsa de totora con tres cabezas de pumas andinos. Una hora más tarde nos dirigíamos a Taquile, a dos horas y media de las Islas de los Uros.
Lo mejor: Caminar sobre las islas es una experiencia única; es como hacerlo sobre una esponja gigante.
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